7 de octubre de 2011

No iré porque no me estás esperando, no me corre el viento, tampoco me persigue un tornado.
No me sumergí en un sentimiento sobrenatural, es un huracán tranquilo que bate mis latidos con tu idiota razón. Pero ellos no concuerdan y no caben en una canción.
No se explican como quieren ser, no se muestran como deberían mostrarse, pero está esa ráfaga que sacude la verdad y estanca la agonía de caracterizarse con la verdad en la oscuridad.
Hace lo que quiere, la razón maneja al latido, le marca un compás rápido y lo llena de descuido.
El corazón no para porque la razón no lo deja, no puede pensar en cesar con ese baile que recién comienza.
Un paso cada dos latidos marca la razón, todos los pasos hasta llegar al camino dónde se encuentre una emoción.

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